jueves, 26 de diciembre de 2013

Preguntas Tontas

A todos en la vida nos han hecho en más de una ocasión una pregunta tonta, de esas que solo nos provocan el irremediable deseo de responder con cierto sarcasmo para evidenciar aún más lo innecesaria de la misma por lo obvio del hecho objeto de su respuesta. Cuantas veces no nos ha pasado que llegamos empapados por la lluvia a nuestras casas o a algún otro lugar y oímos a alguien que muy inocentemente se dirige a nosotros y nos dice “¿te mojaste?” o esa pregunta que nunca falta cuando recién te has cortado el cabello y te preguntan “¿te cortaste el pelo?” y que decir de ese momento tan penoso en el que sufrimos una caída o un resbalón y alguien nos pregunta “¿te caíste?”, como dije antes estas preguntas generalmente nos llevan a responder de la manera más sarcástica con un “no, me bañe con ropa” o “para nada, me lo alargue mas” o “no, es que me quise sentar porque estaba cansado” según sea el caso.
 
Y es que hay cosas que no necesitan ser preguntadas pues se evidencian por sí mismas, por ejemplo en mi caso (y a menos que llegue a padecer algún día de amnesia) no me preguntaría jamás “Quien escribió ese post llamado -preguntas tontas-?” debido a que es evidente que yo mismo lo he hecho y por lo tanto no necesito preguntar tal cosa, sería una interrogante demasiado absurda para hacerla, en el caló popular existe una especie de máxima que reza: “lo que se ve no se juzga” y efectivamente aquello que es evidente no necesita mas averiguaciones para darse por cierto pues, valga la redundancia, es evidente.

Sin embargo, por tontas, absurdas e innecesarias que parezcan algunas preguntas existen personas que por una u otra razón las realizan, esto mismo ocurre con aquellos que se preguntan “¿Dios me ama?” o piensan “¿Será que Dios aún puede perdonarme?”, estas preguntas al igual que las anteriores son innecesarias de llevarse a cabo pues Dios nos ha mostrado desde hace mucho su amor por nosotros; el amor y la misericordia de Dios son hechos tan notorios y evidentes que no necesitan mayor comprobación, no se necesitan preguntas intrincadas ni mucho menos pruebas de ese sentimiento (por no decir vocación) de Dios por nosotros, no obstante, muchos aún se cuestionan estos asuntos, pero Dios no es como nosotros, Él no responde con sarcasmo cuando le hacemos estas preguntas, Él nos responde de otra manera muy distinta.

En La Biblia, especificamente en San Juan 20:25, se nos cuenta que cuando Cristo resucitó se presento a sus discípulos durante varios días, en uno de los cuales se presentó a ellos atravesando paredes pero Tomás, uno de los doce, no se encontraba en el lugar y cuando le narraron lo que sucedió él se mostro incrédulo y dijo “Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré”, días después Jesús se apareció de nuevo y esta vez Tomás estaba presente, entonces Cristo dirigiendose a él le dijo: “Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.” no puedo imaginarme lo asombrado y apenado que aquel hombre debió de sentirse ante tal circunstancia, pues bien, Dios nos dice lo mismo a aquellos que aún dudados de su amor, a quienes ponemos en tela de juicio su misericordia y favor para con nosotros.

Cuando dudamos de su amor Cristo nos dice “¿Aún dudas si te amo? Pues aquí están mis manos marcadas por los clavos”, cuando nos preguntamos si Él es capaz de perdonar tantos y tan horrendos pecados que hemos cometido el nos responde “¿Que si te perdono? Aquí está mi espalda flagelada y mi costado atravesado”, cuando decimos “¿será que Dios de verdad me ama?” el nos dice: “Mira mi frente, mira donde estuvieron las espinas. ¿Aún dudas si te amo?”, la verdad yo en lo personal no puedo pensar en esto sin que de mis ojos broten unas tantas lágrimas, pues al recordar las muestras del amor de Dios mi alma se enternece, y es que ese sentimiento en Dios es tan notorio que Cristo mismo lleva en su cuerpo las marcas de ese amor, Él lleva en su propio ser las pruebas de ese que siente por nosotros, por lo que es imposible dudar de la existencia de ese amor.

La pregunta ahora ya no es si Dios nos ama, ahora esta se invierte hacia nosotros, ¿verdaderamente amamos a Dios? Ésta debería ser también una pregunta tonta, pues nuestras propias vidas deberían reflejar nuestro amor y agradecimiento para con Dios, debe ser tan notorio y tan evidente en nosotros ese sentimiento hacia Dios  que cualquiera que se haga esa pregunta solo pueda pensar “es imposible de dudarlo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario