miércoles, 29 de enero de 2014

¡No Existe la Música Cristiana!


Todos hemos escuchado los términos “música cristiana”, “libro cristiano”, “película cristiana” y muchos otros más del mismo tipo, sin embargo, este tipo de categorías no están (al menos a mi entender) del todo bien, o por decirlo de otra manera, no son del todo ciertas, a mí en lo personal me disgusta mucho el oír hablar a personas de la siguiente manera “cuando él cantaba música cristiana...” o “esa es música cristiana”, me parece que de esta manera se va perdiendo con una gran facilidad en significado correcto de la palabra “cristiano”.

Antes que nada es necesario aclarar que la música, los libros, las películas y demás son simplemente objetos, cosas o hechos que por su misma naturaleza se encuentran desprovistos de la capacidad de razonar, no son entes vivos, no tienen conciencia, pensamiento o cualquier otra de las características básicas de un ser vivo, ya no digamos de uno pensante, muchas veces utilizamos este concepto de “lo cristiano” para diferenciar el contenido del objeto; así cuando decimos “concierto cristiano” nos queremos referir a un recital en el que las canciones llevan un trasfondo espiritual, sin embargo no es correcto darle tan alta categoría a un objeto o a un hecho, en La Biblia la palabra “cristiano” solo aparece en tres ocasiones (Hechos 11:26, Hechos 26:28, 1° Pedro 4:16) resulta interesante ver como en todas esas ocasiones se hace referencia a personas y no a objetos o cosas, y es que el ser cristiano es una convicción, una decisión, un ser (pero un ser dinámico) las cosas al no poseer vida no pueden tomar esa decisión de ser cristianas o no, esto depende de su dueño, de aquel que las está utilizando o haciendo y es aquí donde radica el punto medular de la cuestión.

Las cosas, como ya dije antes, dependen de su dueño, estas seguirán el rumbo que el ser pensante que las posee o ejecuta les dé, tomemos por ejemplo una guitarra, es solo un objeto inanimado, sin embargo depende del músico al que pertenezca el sonido que va a emitir y más aún, las canciones que con ella se compongan serán las que este ser humano racional decida, así con una misma guitarra se puede crear tanto una alabanza para el Dios Altísimo como una canción que blasfeme su nombre, siempre esto dependerá de las intenciones de quien use aquel instrumento.

El problema con darle a las cosas el nombre de cristiano proviene de que con esto dejamos a un lado nuestra responsabilidad como verdaderos “cristianos” así por ejemplo, en lugar de decir “música cristiana” deberíamos decir “música de cristianos” o en lugar de decir “libro cristiano” sería mejor usar el término “libro escrito por un cristiano”, es obvio entonces que ahora con esta sintaxis el obligado a ser cristiano es el ser humano, ya no el objeto, resulta claro ahora que darle estas denominaciones a las cosas solo provoca que nos fijemos cada vez más en la canción que en aquel que escribió la canción, y por ende lo vamos eximiendo de la responsabilidad de llevar una vida como seguidor de Cristo, que es lo que realmente significa la palabra “cristiano”, hacer esto es como si tácitamente dijéramos “no importa si la toca el más pagano de los hombres, no importa si la toca sin pensar lo que dice, no importa si no siente lo que habla, lo que importa es que la canción habla de Dios”, obviamente esto es una salida fácil, un despreocuparse por tener una vida consagrada a Dios.

Somos nosotros, los seres humanos, los únicos dotados con la capacidad de raciocinio entre toda la creación los que debemos adquirir esa cualidad de “cristianos”, solo de este modo las cosas que hagamos, que creemos o que utilicemos serán consagradas a Dios, es nuestra vida la que debe ser “cristianizada” y no los objetos, solo nosotros podemos entregar voluntariamente nuestro ser a Dios, solo nosotros (no los objetos) podemos decidir ser seguidores de Jesús, no dejemos que los convencionalismos nos roben la bendición de entregarnos a Dios, no dejemos que los usos y las costumbres hagan que un adjetivo tan valioso, honroso y digno de respeto como “CRISTIANO” pierda su sentido propio.

Cuando nuestra convicción de seguir a Cristo sea tan firme como las mismas montañas, todo lo que hagamos o utilizamos será impregnado con esa fe que fervientemente inflama nuestro interior, solo cuando nuestras vidas estén entregadas a ser “Cristianos”, lo que esté a nuestro alrededor seguirá ese mismo rumbo, cuando lo que nos mueva, nuestra razón de ser sea el agradar a Dios, todo lo que nos pertenece coadyuvara a tal propósito, entonces dejaremos de decir respecto de las cosas “eso es cristiano” y diremos con mucho mas denuedo “eso fue hecho por un cristiano, no se puede negar”.
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viernes, 10 de enero de 2014

Castillos en el Aire

Muchas veces hemos oído la frase “castillos en el cielo” o “castillos en el aire”, esta es ya una expresión muy coloquial y bien arraigada en nuestro idioma y hace referencia a sueños e ilusiones que parecen imposibles de realizar; siempre que se habla de personas soñadoras o que tienen un alto grado imaginativo se hace alusión a las nubes o a los cielos, inclusive a la luna, todos hemos escuchado a alguien decir “bájate de esa nube en la que andas” cuando se trata de hacer razonar a otro, la literatura además nos da algunas historias en las que existen magníficos castillos llenos de grandes riquezas alojados en los cielos o en las nubes, en el cuento de los frijoles mágicos por ejemplo, se dice que al final de la enredadera existe un castillo donde un gigante guarda celosamente una gallina que pone huevos de oro.

Al parecer no existe otra forma de pensar en un castillo sino como un lugar enorme llenos de fortunas y riquezas al por mayor, aunque en la vida real muchos castillos hoy en día se encuentran en ruinas y abandonados en remotas regiones del planeta, sin embargo, algunos aún siguen siendo verdaderos museos o bancos, llenos de obras de arte, pinturas, esculturas, y reliquias de tiempos casi inmemorables, oro, piedras preciosas e incluso antiguos botines de guerra, generalmente al pensar en un castillo pensamos también en un rey o reina que habite en el mismo, el cual se viste de las mejores ropas existentes y se atavía de las mas finas joyas.

Resultaría ilógico pensar que semejante cantidad de cosas pudiesen pender en el aire sin un sustento terrenal, no es físicamente posible alojar tal cumulo de riquezas, y ni hablar del edificio, en el cielo como si fuese un globo o una cometa, suspendidos como si hubiesen sido colocados con un alfiler o cinta adhesiva, yo no pretendo ser una autoridad en cuanto a ingeniería o arquitectura pero creo haber encontrado una forma de construir dichos castillos aéreos, La Biblia en Sn. Mateo 6: 19-21 nos insta a almacenar riquezas en los cielos, donde están lejos de cualquier daño externo y de cualquier corrupción, nos sugiere al mismo tiempo no hacerlo en la tierra donde cualquiera puede robarlo, o puede echarse a perder fácilmente por factores ajenos al tesoro.

Cuando hacemos la voluntad de Dios, y nos dejamos guiar por su mano, confiados plenamente en que Él sabe lo mejor para nosotros de alguna manera comenzamos a construir un castillo celestial y en la medida en la que comenzamos a obrar por la fe, a hacer cosas como para Él (aunque el que las reciba materialmente sea otro ser humano) vamos poniendo mas y mas ladrillos en esta gran edificación, cada buena obra que realizamos, cada palabra inspirada que sale por nuestras bocas, cada maldad que dejamos de cometer es una joya mas en nuestro tesoro aéreo, y cuanto mas hagamos, cuanto mas nos esforcemos mas grande será nuestro palacio en las nubes, los demás edificadores que no posean este tipo de materiales se admiraran de cómo nuestra construcción puede suspenderse ahí a tal altura, sin embargo nosotros sabremos que dichos materiales son livianos debido a no poseer ese lastre llamado “pecado” que ata todo a esta tierra.

Cuando nuestro castillo en los cielos este concluido y lleno de tantas maravillas, entonces el Gran Rey de Los Cielos vendrá y nos dará autoridad para reinar sobre el para toda la eternidad y así poder disfrutar de todo lo que anteriormente edificamos, pero el día se acerca y el Rey viene pronto, y cuanto mas tardemos en construir mas incompleto estará nuestro castillo, así que vamos pronto a construir con materiales divinos, con oro y piedras preciosas libres de pecado para que nuestra edificación permanezca y sea tan hermosa que nos sintamos complacidos de morar eternamente en ella.
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